Nuestros hijos están teniendo una niñez diferente a la que nosotros tuvimos. Con pandemia o sin pandemia la mayoría de niños tienen sus espacios completamente asegurados y controlados, en algunas ocasiones incluso son parte de un cronograma estricto y supervisado que deja poco o ningún espacio al riesgo. Tener la oportunidad de tomar riesgos, cometer errores, analizar situaciones de peligro, y aprender de esas experiencias es algo que se debe vivir desde niños. El riesgo es un componente esencial en las experiencias de niñez, el exponerlos gradualmente a riesgos controlados les permite sentir miedo, entrar en crisis y aprender a controlar esas emociones desde pequeños, además aprenden a conocer sus fortalezas y limitaciones y cómo trabajar para sobrellevarlas. El no exponer a los niños a estas situaciones puede no sólo crear adultos aversos al riesgo, sino inocentes a este lo que puede ser aún más peligroso.

Exponer a las niñas a riesgos promueve su salud física y mental.

Desde que empiezan a gatear y caminar lo podemos ver bien claro, las niñas y niños tienen una necesidad de probar sus límites, aprender y mejorar. El llegar a ese límite e incluso a veces sobre pasarlo es algo que las niñas y niños hacen a menudo, y tiene un nombre “risky play” o juego riesgoso. En la mayoría de artículos que analicé e investigué para escribir este blogpost, detallan 6 tipos de juego riesgoso que los niños buscan hacer de manera natural. Cada uno de ellos los he visto con mis hijos, abajo los detallo con ejemplos:

  • Jugar en las alturas: Escalar árboles, rocas, sillones, portones hacer equilibrio en un muro.  
  • Jugar a altas velocidades: Saltar a un río, tirarse del tobogán, bajar la cuesta en bici o corriendo a toda velocidad. 
  • Jugar con herramientas peligrosas: la caja de herramientas de papá y mamá cuando nadie está viendo.
  • Jugar cerca de elementos peligrosos: cerca de ríos, piscinas, el mar o incluso jugar cerca del fuego. 
  • Juegos “bruscos”: jugar de peleas o luchas con Papá o mamá o entre los amigos
  • Jugar sólos sin supervisión: En edades tempranas los niños les gusta mucho jugar escondido y escapar de la supervisión de los adultos al menos momentáneamente, más grandes tener experiencias sólos donde tienen que velar por ellos mismos.
Todos los anteriores promueven el poner a trabajar sus músculos, corazón y pulmones, también el poner máxima atención en lo que están haciendo. Esto les ayuda a ganar confianza en sí mismos, saber que son capaces de lograr cosas nuevas si se esfuerzan y tratar las cosas varias veces incluso si no lo logran la primera vez. Esto promueve la persistencia, la resiliencia e incluso la creatividad de buscar distintas soluciones para lograr un objetivo determinado. Todo lo anterior me suena a Mentalidad de Crecimiento, tenemos un blogpost de esto por si lo quieren leer también.
Si llegaron hasta aquí, muchos estarán pensando… –este compa está looooco, ¿¡dejar a los chamacos jugar cerca del río o con fuego, con herramientas de grandes!?–  y tienen razón, es también nuestro deber como mamás y papás mantener a nuestros niños seguros y sanos, no queremos ir a parar al hospital.

Cómo exponer a los niños a riesgos sin ir a parar al hospital.

Aún con los múltiples beneficios de exponer a los niños a riesgos, es importantísimo saber hacerlo al ritmo y de la manera adecuada para minimizar la cantidad y gravedad de accidentes, abajo algunos consejos de como empezar.

1. Introducir actividades de riesgo de forma gradual.

Dependiendo no sólo de la edad sino también las habilidades que van adquiriendo nuestros niños, es bueno exponerlos poco a poco a actividades que involucren riesgos, e ir incrementando el nivel de dificultad muy lentamente. Debemos permitir a los niños el tiempo y el espacio suficiente para intentar cosas nuevas. Con niños mayores esto se da espontáneamente, sin embargo con niños más pequeños los padres son los que ayudan al niño a identificar y evaluar los riesgos. Es fundamental poner atención a los intereses y habilidades de los niños para saber si están listos. Un niño sedentario de 7 años puede que no se sienta seguro ni esté preparado para saltar al agua desde una piedra en un río, pero un niño de 5 puede que sí lo esté porque sabe nadar, ha tenido muchas experiencias en ríos y ha desarrollado la confianza para intentarlo.

2. Hablar y enseñar sobre los riesgos, no sólo dar instrucciones.

Frases como: ¡Tenga Cuidado!, ¡Se va a caer!, ¡No haga eso!…. no le dicen mucho a la niña de qué es lo que ocasiona el riesgo, ni el porqué algo puede ser peligroso. Conversaciones con nuestros hijos donde se dé una guía e incluso se pregunte a la niña que piensa que puede pasar en cierta actividad, pueden ser más efectivas para ayudar a la niña  a entender los riesgos. De acuerdo a Steve Smith presidente del Comité de gestión de Riesgos para actividades al aire libre, un correcto proceso a la hora de enseñar el tema de riesgos a las niñas y niños tiene tres pasos: Reconocer – Evaluar – Manejar.

Reconocer: Es quizás el paso más importante para mantener nuestros hijos a salvo. El poder identificar un riesgo en herramientas o piedras filosas, un lugar alto, o algún animal o insecto peligroso. Al inicio los niños necesitan mucho de sus papás para poder identificar los riesgos, de nuevo tratar de narrar las características del riesgo no sólo dar instrucciones, ejemplo: “mira esta pala, nos ayuda mucho para hacer huecos, sembrar plantas o árboles. Pero mira que tiene una parte filosa abajo que nos podría cortar los pies, mejor tomarla fuerte con ambas manos y siempre usar botas cuando la usamos”.

Evaluar: El desarrollo de esta habilidad requiere más práctica y entendimiento de parte de la niña. Esto es poder distinguir por ejemplo de una caída pequeña de algunos centímetros a una caída de uno o dos metros cuando hacen equilibrio sobre un tronco, además de poder identificar las consecuencia de perder el equilibrio a mitad de camino. También les permite decidir si pasarán el tronco corriendo o caminando rápido (caída pequeña), o si los hacen usando pies y manos de una manera más cuidadosa (caída más grande). 

Manejar: Anticipar los riesgos y decidir ponerse unas botas si vamos a usar la pala, o ir a probar la poza a ver que tan hondo está antes de tirarse. Esta habilidad requiere mucho más práctica y es responsabilidad de los papás por varios años. Sin embargo, esto también incluye que los niños aprendan a tranquilizarse y saber cómo actuar en una situación de crisis, llámese no saber cómo bajarse de un árbol, o estar siendo llevado por una corriente en el mar. Una vez los niños y adolescentes saben sobrellevar este tipo de situaciones esta habilidad se vuelve un seguro de vida para el futuro.

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3. Estar cerca pero sólo lo necesario.

Necesitamos estar cerca de los niños en caso de que ocurra algo, sin embargo es muy importante dar al niño un espacio para que puedan desarrollar un sentido de autonomía. Esta distancia puede variar y aumentar de acuerdo al lugar donde estemos y a la edad y nivel de destreza que el niño vaya desarrollando. En lugares seguros, los niños podrían estar fuera de la vista de papá y máma aumentando aún más ese sentido de independencia.

4. Cuidar nuestras reacciones.

Los niños expuestos a riesgos saludables se caen o golpean más de 1 vez por día, rara vez requiere algo más que esperar unos minutos a que pase el llanto para seguir jugando, y más rara vez requiere actuar rápido en modo emergencia. Personalmente recomiendo hacer lo siguiente cuando un niño se golpea: 1. Mantener la calma: levantarse con calma e ir a ver que pasa. 2. Evaluar la situación rápidamente: actuar rápido si es una emergencia, pero sino caminar a donde está el niño 3. Mostrar empatía: La gran mayoría de veces el niño lo que necesita es un abrazo y palabras de aliento antes de volver a jugar como lo hacía antes. 4. Comentar lo que pasó: Si vimos lo que sucedió podemos empezar a narrar lo que vimos dejando al niño llenar los huecos en nuestra historia así les ayudamos a razonar y evaluar lo que sucedió. 5.Incentivarlos a intentarlo de nuevo: probablemente se cayó intentando algo nuevo, que lo vuelva a intentar hasta mejorar y lograrlo. Por otro lado si nuestra reacción es de crisis ante cualquier golpe o accidente, transmitimos ese comportamiento a los niños. Les recomiendo nuestro blogpost ¿Cómo reaccionamos a las caídas?

5. Tener confianza en nuestros hijos.

Todos queremos criar niños felices y seguros de sí mismos. El primer paso es confiar en ellos, en la fuerza de sus músculos, en las habilidades que han desarrollado y en su juicio. Tener confianza en lo que hacen nuestros hijos no sólo en palabra sino también en cómo nos sentimos, hace que ellos logren hacer más. Si lo vemos trepado en un árbol muy alto, en vez de un “¡Tenga cuidado!”, podemos decir ¿Se siente seguro?, si la respuesta es afirmativa, podemos estar tranquilos, sino ofrecer ayuda.   

Actividades para exponer a los niños al riesgo.

Por último les dejamos algunas ideas de actividades que involucran un riesgo sano de las cuales los niños pueden verse muy beneficiados.

1. Escaleras y espacios para juego libre

Tener espacios donde los niños  puedan desplazarse libremente, les permite tener confianza de su entorno e intuitivamente aprender lo que pueden lograr y qué todavía hacer falta trabajo para alcanzar. Subir y bajar las escaleras es un reto importante para niños que gatean. De nuevo es importante estar cerca, pero dando el espacio suficiente para ayudar a desarrollar ese sentimiento de autonomía. 

2. Andar en bicicleta

Ahora con las bicis de balance, esto se puede introducir desde tempranas edades. El proceso de aprender a andar en bicicleta desde muy pequeños es una escuela excelente para que los niños aprendan de una manera intuitiva como experimentar y manejar los riesgos. Además hay muchísimas oportunidades para introducir a los riesgos de manera gradual. En el blogpost De Bici de Balance a Pedales  te contamos paso a paso como le hicimos con Dani en este proceso. 

3. Andar descalzos

Al andar descalzos las niñas necesitan ver dónde pondrán su pie, automáticamente esto hace que las niñas sean mucho más conscientes de su entorno, y que puedan identificar rápidamente piedras filosas, objetos cortantes o animales peligrosos. Recientemente escribimos sobre los beneficios de que los niños anden a pata pelada, les contamos.

4. Jugar escondido

Jugar sin la supervisión de un adulto es parte del juego riesgoso que comentaba antes. El esconderse como parte de un juego, les da a los niños una sensación de autonomía al estar sólos y poder tomar sus propias decisiones sin supervisión momentáneamente. 

5. Ir a la montaña

La gestión de riesgos es fundamental en el montañismo, incluso para montañistas experimentados.  Una pendiente muy inclinada, un terreno resbaloso o la posibilidad de lluvia son situaciones que nos pueden ayudar a introducir a los niños a los riesgos. 

6. Nadar en ríos y el mar

Caminar y saltar sobre rocas, saltar a una poza, entrar al mar con las niñas son actividades que conllevan riesgos significativos, pero les ayuda montones a las niñas a aprender a identificar-evaluar-manejar los riesgos. Ejemplo: Identificar y evaluar que el mar en esta playa es mucho más picado que le que fuimos hace un mes por lo que no hay que meterse tanto. En las pozas de  los ríos, ir más despacio si las piedras son resbalosas, y revisar si la poza es lo suficientemente honda para tirarse.

7. Escalar árboles

Escalar árboles es un ejercicio excelente de gestión de riesgos, autonomía y confianza en sí mismos. Los niños toman decisiones de subir hasta una determinada rama, evalúan si la rama es lo suficientemente fuerte para sostenerlos, dependen de sí mismos para ir al punto del árbol donde quieren llegar y pueden experimentar pequeñas crisis a la hora de bajarse del árbol.  

8. Permitir al niño acercarse al fuego

Permitir al niño a ayudar con la chimenea o la parrilla, haciendo tareas sencillas como enrollar periódicos les permite observar la acción del fuego y aprender la distancia prudencial que se debe tener con este.  Esto siempre bajo la supervisión de un adulto responsable.

9. Que usen herramientas reales

Con la adecuada práctica y una vez tanto nosotros como papás y ellos se sientes seguros y confiados se pueden introducir el uso de algún cuchillo para cortar sus frutas. En el caso de Dani, usamos cuchillos de plástico los primeros años hasta que logró la destreza necesaria para usar un cuchillo de sierra sin demasiado filo. De este modo le demostramos nuestra confianza en sus acciones y el practica montones su motora fina. Además juguetes que estimulan el uso de herramientas reales como desatornillador, llaves allen, o llaves corofijas en niños. En niño de la Selva tenemos dos productos perfectos para este propósito: Ventana de Exploración, Tablita de Tornillos y Herramientas

10. Dejarlos usar platos y vasos de verdad

Este último es simple pero muy importante. Desde tempranas edades los niños pueden empezar a usar vasos de vidrio y platos de cerámica, por qué no, ayudar a poner la mesa. Los niños habrán presenciado alguna vez un plato o vaso quebrándose por lo que no hace falta recordarles tanto la fragilidad del plato que le estamos dando. Con solo recordarles de usar ambas manos al llevarlos a la mesa es suficiente. De esta manera les transmitimos confianza, respeto, y ellos estarán felices de haber sido confiados con tan importante tarea.