Este fin de semana teníamos pensado ir a Prusia, pero nuestra amiga Sara nos contó que iba para un lugar en Turrialba con unos amigos. Nos apuntamos de una y nos fuimos a visitar el proyecto de turismo rural Casa Lajas en Turrialba.

Salimos tipo 8am de la casa, pasamos Cartago, Paraíso y luego Turrialba centro. Seguimos la ruta como quien va hacia el Monumento Guayabo pero en vez de doblar a la izquierda seguimos  directo unos 4km más hasta llegar a Casa Lajas.

Nos recibió nuestra amiga Sara, nos presentó a Ernesto, Liza, Sau (un peque de 5 años que se haría súper amigo de Dani durante el Viaje) y a nuestro guía Deiby. Deiby es el hijo menor de doña Ana y don Carlos que empezaron este proyecto durante la pandemia del 2020. Sin embargo la historia de la familia y la finca va de bastante más atrás, cuando doña Ana se fue de San José a vivir a Turrialba conoció a don Carlos quien si era oriundo de la zona y que en aquellos tiempos se dedicaba a la producción de azúcar. Construyeron su primera casita en una esquina de la finca y después de 30 años se transformó en lo que hoy es casa lajas, una finca de 6 hectáreas, con río, potrero, huerta donde se cosecha parte de los alimentos que se consumen y una  granja donde se crían terneros para su posterior venta como vacas de leche.

Después de conocer el lugar y hablar un rato nos montamos en el carro. Deiby nos tenía un tour preparado en el antiguo pueblo de Peralta a 25 min de casa Lajas. Llegamos a Peralta, y fue como viajar en el tiempo a un pueblo que en otro tiempo tuvo una dinámica muy diferente a la de ahora. Peralta fue una de las estaciones del ferrocarril más importantes hacia el Caribe, y pasaba por muchas comunidades caribeñas donde no pasan las rutas 32 (Zurquí) y ruta 10 (Siquirres). Deiby nos contó de su viaje de niño a Limón tomando el tren en esta misma estación, viendo como el tren zigzageaba en la vegetación,  el paso por los tuneles y de lo bonito que se veía el Reventazón al lado de la línea ferroviaria.

Dani y Sau, se subieron y jugaron montones en los carros y locomotora del ferrocarril que se conservan en el museo ferroviario de Peralta, que fue lo que quedó de todo esto hoy 26 años después del cierre del ferrocarril.  Al iniciar el sendero nos damos cuenta que la madre naturaleza reclama su espacio y con la ayuda un poco de personas que se llevaron las líneas para venderlas como chatarra, quedan pocas señales de que hubo tren. El camino es súper fácil y plano, y se adecuá muy bien a peques que empiezan a hacer caminatas de montaña. Después de caminar 1km y piquito en línea recta pasamos una cerca y nos encontramos lo que fue uno de los puentes del tren y luego un pequeño afluente del Reventazón.

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Si ya andan acolorados por aquí, este río está súper rico para refrescarse un poco, igualmente hay que mojarse los pies y pasarlo. Es importante ayudar a los peques en esta parte pues hay una parte que el río lleva corriente.

Aquí se caminan unos 200m más después de pasar el río, (hay varios caminitos de hormigas que hay que tener cuidado de no pisar, pican DURO) y llegamos al túnel. Era mucho más alto de lo que me lo imaginaba, unos 6m al menos y 5-6m de ancho, bien largo, oscuro y lleno de murciélagos. Además escrito en piedra en la parte superior  “1938” fecha de construcción del tunel.  Nos fuimos metiendo en el túnel poco a poco y con cuidado, hasta  un punto dónde ya no se veía nada y se oían los murciélagos a montones pasando encima de nosotros, encendimos los focos de los celulares para avanzar un poco más, pero ya se volvía demasiado barreal (mezcla de agua, tierra y guano) como para poder cruzarlo todo.  Al salir encontramos un caminito para subir  por la montaña y ver el túnel desde arriba.

De vuelta cruzamos de nuevo el río, y Deiby nos enseñó un camino cerquita para llegar a la cuenca del Río Reventazón. Incluso con la construcción de la represa que le ha quitado bastante su fuerza, el río reventazón es impresionante. Nos quedamos unas horas jugando y hablando en una quebrada del río con agua más tranquila, y después decidimos volver a Peralta. De vuelta conocimos un pajarito negro que no habíamos visto en la vida, si alguien conoce el nombre por favor lo queremos saber =D.

En Peralta, aprovechamos para ir a la casa de una señora que vende apretados y gelatinas. Nos supieron a gloria después de tanto sol y caminar. Para terminar de conocer Peralta y poder admirar de nuevo el río, Deiby también nos llevó al puente de hamaca que atraviesa el Reventazón.

Volvimos a Casa Lajas donde doña Ana nos tenía preparado un delicioso almuerzo de tarde (eran tipo 4 y media y estabamos que nos moríamos del hambre): arroz, frijoles, pollo de la granja, ensalada, guineo y yuca frita con fresco de limón. Teníamos muchísimas ganas de quedarnos a dormir, hacer fogata con malvadiscos y ver las estrellas que dicen que se ven increíbles, además el día siguiente el itinerario incluía poza, cataratas y más, sin embargo, no veníamos preparados y no habíamos traído un medicamento de Virgi que estuvo enferma la semana pasada.

De fijo tenemos que volver, Casa Lajas tiene un montón de experiencias que ofrecer, además nos faltaron de conocer muchísimos lugares de la zona.

En Resumen:​

Nivel: Fácil sin mayor dificultad genial para peques que están empezando con las aventuras.

Distancia: 3-4km

Costo: 7000 por persona la noche.  2500 Desayunos y 3000 almuerzos y cenas.

Se puede llegar con automóvil a casa Lajas y a Peralta

Contacto: 85481080/25590137 con Deiby.

Cómo llegar:  Seguir la ruta de Turrialba hacia Guayabo, sin embargo en vez de doblar a la izquierda hacia el monumento nacional, seguir directo unos 4km. También pueden seguir la ruta de GPS. o buscar “Casa Lajas” en google maps/waze.

¿Qué llevar?: Merienda, Calzado y ropa cómoda, repelente, bloqueador. Para los niños/bebés recuerden pueden llevar cargador.

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